viernes, 30 de enero de 2015

Lazos rotos

Thomas Pynchon, The Crying of Lot 49, HarperPerennial

Algo me decía que siguiera leyendo, aunque me parecía que no entendía nada, y llegué al final de The Crying of Lot 49, de Thomas Pynchon, y me pareció entender que la idea era no entender nada.
A una mujer joven, de alrededor de treinta años, se le encarga ser co-ejecutora del testamento de un ex-novio. A partir de eso se mete en un lío: parece descubrir un extraño sistema postal paralelo y clandestino que rescata de alguna manera una vieja tradición medieval. Oedipa, que así se llama la muchacha, se embarca en una investigación para ver si eso que parece existir existe de verdad, para entender. Pero la información es siempre precaria, cortada: "Oedipa se preguntaba si, al final de esto (si se supone que esto tuviera un final), no se encontraría ella también sólo con recuerdos compilados de pistas, anuncios, insinuaciones, pero nunca con la verdad en sí". (p. 76) Un poco ahí, a las 76 páginas, entendí que quizás estaba bien no entender, que quizás esa era la idea. Más adelante Oedipa piensa las alternativas: o la red postal es verdadera, y quizás "una alternativa real a la falta de salida, a la ausencia de sorpresa en la vida que atormenta a todos los americanos que conocés, y a vos también, corazón. O estás alucinando. O se montó un complot en tu contra (...) O estás imaginando ese complot, en cuyo caso estás de la cabeza, Oedipa, fuera de tu cráneo." (p. 141)
En el medio queda eso, esa falta de sentido de la vida americana condimentada por una descripción jocosa del sur de California, donde ocurre todo. Los otros dos temas son los de la comunicación (desde el servicio postal clandestino, trunco, hasta la falta de comunicación de todos los personajes: "Como todas sus incapacidades para comunicarse, ésta también tenía un motivo virtuoso", p. 33"); y esa forma particular de comunicación que es la herencia: porque todo parte de un testamento, y todo da vueltas sobre la herencia de lo americano, en una metáfora que nunca termina de cerrarse del todo.
Una de esas metáforas ocurre una noche en que Oedipa busca pistas del correo clandestino en San Francisco. "En el Golden Gate Park se encontró con un círculo de niños en sus ropas de noche, que le dijeron que estaban soñando el encuentro. Pero que el sueño en verdad no era distinto de estar despiertos, porque a las mañanas cuando se despertaban se sentían cansados, como si hubieran estado levantados toda la noche." (p. 96) Esa es quizás también una metáfora del propio libro: algo que a la vez no cierra y que es un argumento circular, y ahí, en esa falta de claridad, en los vínculos rotos, incluyendo el vínculo entre imagen y realidad, está un poco la joda de este libro, como de otros postmodernos como White Noise, al que recordaba todo el tiempo. Así, al final, uno casi se siente piola por no entender nada.

Originales de las citas usadas 
"Oedipa wondered whether, at the end of this (if it were supposed to end), she too might not be left with only compiled memories of clues, announcements, intimations, but never the truth itself". (p. 76)
"Either you have stumbled indeed (...) onto a network by which X number of Americans are truly communicating (...) maybe onto a real alternative to the exitlessness, to the absence of surprise to life, that harrows the life of everybody American you know, and you too, sweetie. Or you are hallucinating it. Or a plot has been mounted against you, so expensive and elaborate (...) Or you are fantasysing some such plot, in which case you are a nut, Oedipa, out of your skull." (p. 141)
"Like all their inhabilities to communicate, this too had a virtuous motive." (p. 33)
"In Golden Gate Park she came on a circle of children in their nightclothes, who told her they were dreaming the gathering. But that the dream was really no different from being awake, because in the mornings when they got up they felt tired, as if they had been up most of the night." (p. 96)

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